Primera gastroneta de Puerto Rico

Un Adiós: El Último "Trolley"

Por José (Pepe) Cases

Han transcurrido 28 años: con ellos me adentro en el invierno de mi vida y finalizo involuntariamente las innumerables faenas cotidianas que requiere el manejo de un modesto pero simpático negocio para el expendio de bebidas y comestibles livianos sito en uno de los más pintorescos puntos costaneros de Puerto Rico, la playa de Ocean Park.

Pecaría de ingrato si no tomare la iniciativa, mediante la hospitalidad de EL MUNDO, para extender el testimonio de mi aprecio y gratitud hacia los miles de concurrentes y patrocinadores, amigos todos, desde el humilde jovencito de la urbanización pública Lloréns Torres hasta el genial hombre público don Luis Muñoz Marín.

La idea del Último "Trolley" se proyectó en mi imaginación durante uno de los más aciagos días de mi vida, cuando la adversidad hinca como afilada espuela el entendimiento y la iniciativa del hombre para procurarse sus medios de vida y los de sus familiares con integridad y decoro.

Un amigo, a petición mía, me "obsequió" con un destartalado "trolley" cuando el obsoleto sistema de tranvías de San Juan literalmente se convirtió en chatarra. La marcha aplastante del progreso.

Lo transporté y adapté con inauditos esfuerzos, convirtiéndolo en un pequeño restaurante en las orillas del mar mediante una franquicia provisional concedida por el gobierno. Una rara mezcla de curiosidad pública, unida a la excelencia del servicio, incrementó notablemente la afluencia de parroquianos durante estos 28 años.

Finalizados los trabajos que habilitaron el Parque Barbosa en Ocean Park y su recinto para servicios similares a los del "trolley", se anuló la concesión provisional, siendo sustituida por otra para ampliar los servicios en el nuevo edificio. La mano de la Providencia es bienhechora. Pocos días después de la mudanza un embravecido y hostil oleaje prácticamente destruyó el "trolley" original.

Independientemente del proceso de gestación y desarrollo del "trolley", sobrenombre que ha perdurado hasta nuestros días, lo más radiante y casi espectacular que envuelve este interesante drama de mi vida ha sido, desde luego, las relaciones humanas, los puertorriqueños.

Durante todo ese lapso de tiempo no recuerdo incidente pendenciero o belicoso en esa área, no empece la afluencia de múltiples personas con diferentes niveles de instrucción y cultura.

No era infrecuente ver a don Fernando Chardón, el coronel Alberto Nido y personalidades de ese relieve y jerarquía, sus mesas próximas a las de residentes de Lloréns Torres como en tácita y franca camaradería. Tomaba un perceptible ímpetu de democracia en acción ver departir a caballeros como los señores Horacio M. Royo, Mariano Mier, Fernando Gallardo, Martín Gautier, con personas palmariamente representativas de la clase obreril, y no era sorpresa observar que de rato en rato la "cuenta" por el importe de lo consumido había sido solventada sin conocimiento de los comensales de la otra mesa.

Podría narrar suficientes anécdotas sobre las experiencias de puro interés humano para llenar las páginas de un grueso volumen. ¡¡¡¡¡¡28 años!!!!!!

Por uno de esos inevitables dictámenes burocráticos, la franquicia y concesión del "Trolley" cesó recientemente y con ello se va parte del alegre latir de mi corazón.

A todos mis amigos y consecuentes patrocinadores, gracias mil veces.