EL MUNDO - SAN JUAN, PUERTO RICO - SÁBADO, 29 DE JULIO DE 1961
Hablaremos hoy de la Calle del Parque y del Parque Borinquen.
En el terreno al lado del actual edificio del Casino de Puerto Rico (y en donde también ahora se levanta un majestuoso condominio) la Compañía del Trole edificó un gran ranchón de madera. La mitad era un cinematógrafo y la otra mitad un amplio café. Frente al mar había una hilera de palmas de coco y un ancho paseo de concreto, con bancos a todo su largo, y en los que el público se sentaba a extasiarse contemplando el mar y a disfrutar de la perenne brisa de los "trade winds".
Al lado del cine había un kiosko muy amplio en donde, dos veces por semana, se lucía el maestro Viñolo dirigiendo la Banda del Instituto de Niños. Debido al calor todas las ventanas del cine permanecían abiertas y muchas veces, cuando el pianista que trataba de ejecutar música que se adaptara a alguna escena romántica que se desarrollaba en la pantalla, repentinamente rompía a tocar la Banda del maestro Viñolo interpretando "La Cañandonga" o el “Seis de Andino”. ¡Qué paciencia teníamos, tratando de seguir el argumento de la película muda (con lectura y explicaciones en negro y en idioma inglés, no con el diálogo sobrepuesto como se estila ahora) y dominar el impulso de mover los pies al ritmo del Seis!
El Instituto de donde venían los niños que integraban la banda del maestro Viñolo radicaba en donde actualmente se encuentra el Departamento de Salud. En mi juventud siempre fue conocido por el Instituto, pues en tiempos de España era el Instituto de Segunda Enseñanza. Cuando llegaron los americanos se estableció ahí mismo el "Boys Charity School", y ahí quedó, en la Parada 19, por muchos años.
Volviendo al Parque. Como pertenecía a la compañía del trole, hasta ahí llegaban los tranvías eléctricos. Era su estación terminal. A la entrada había una jaula hecha especialmente para un mono al que todo el mundo llamaba El Chango del Parque. También había una gran fuente con peces dorados, un tíovivo, o machina de caballitos, columpios, sube y bajas, etcétera.
La Calle del Parque se llamaba así porque fue abierta para que el trole llegara hasta el Parque. Nunca se intentó que fuera calle, pues en realidad era un angosto callejón arenoso con la vía a un lado, y al pasar el trole casi rozaba con las verjas de madera de las residencias. Casas y más casas fueron fabricándose junto a ese trayecto, algunas de ellas con poco jardín al frente. Más tarde la calle fue empedrada y embreada. Y últimamente, al desaparecer el trole, la ensancharon y le construyeron aceras, "comiéndose" en la generalidad de los casos los pequeños jardines y hasta los balcones de las residencias. Hoy la Calle del Parque es una importante arteria del creciente Santurce.
A mí y a mis contemporáneos el Parque nos trae gratos recuerdos. Ese era el único sitio de recreo en Santurce y hasta la gente de San Juan lo usaba, especialmente los domingos. Durante la semana los capitaleños usaban sus plazas, cosa desconocida en Santurce. El Parque era el sitio de reunión de todo Santurce. Habían grupos de todas las edades y de todas las clases sociales. En donde está el Casino había un parque para estacionamiento. Las familias solían permanecer en sus automóviles y enviaban a los chóferes a buscar refrescos y bocadillos. Posiblemente esa costumbre inspiró al dueño de "Under the Trees". Muchos romances empezaron en el Parque Borinquen y culminaron en la Iglesia.
EL CONDADO
Confieso que ignoro el nombre de procedencia del Condado, y también confieso que, al sentarme a escribir, tampoco he realizado esfuerzo alguno por indagar su origen.
Hasta el 1911 el Condado era un desierto arenoso con matas de hicacos y de uvas playeras. ¡Qué se habrán hecho los hicacos! En la peña que hay en la Playa del Condado Beach Hotel jugábamos y nos bañábamos, y como estaba el lugar tan realmente desierto, no se necesitaba ni Bikini.
Los hermanos Behn, Sosthenes y Hernán (no sé qué se hizo Agapito) compraron esa península desierta con la intención de convertirla en un sitio residencial para familias acomodadas. El primer paso en su desarrollo fue la construcción del Puente de los Hermanos Behn (también conocido por Dos Hermanos), inaugurado en el 1911. Yo asistí a esa celebración con mis padres. Se efectuó al aire libre con mucho champagne (la Coca-Cola aún no se conocía), frente al lugar donde hasta hace poco se levantó la casa de Madame Lucchetti, actualmente en ruinas. En aquel tiempo la casa aún no había sido construida y la Madame vivía en una casa grande de madera al lado de don Juan Finlay, en la Calle Olimpo de Miramar, en donde está ahora el restaurante "Casa Blanca". Una vez que el desarrollo tomó raíz, extendieron la línea del trole cruzando el puente hasta llegar al Parque.
En 1919 los dueños del Hotel Vanderbilt de Nueva York construyeron el Hotel Condado-Vanderbilt (hoy Condado-Beach). Desafortunadamente ése fue el año que se implantó la Ley Seca en los Estados Unidos (pues ya Puerto Rico era "seco" desde 1917) y sus planes para atraer turistas fracasó, pues los turistas sedientos comenzaron a visitar La Habana para refrescarse.
La inauguración del Hotel fue muy elegante, o mejor dicho empezó con cierto orden; pero según la noche progresaba, la "Jeunese Dore", como le llamaban en Francia a los "Niños Bien", como los clasificaban en la Argentina o "Los Señoritos" en España o aquí "los niños de las mejores familias"; y algunos ya no niños (quienes son ahora los padres y abuelos de la actual "Juventud Dorada", los adolescentes o "teen-agers"), libaron cuanta bebida pudieron encontrar en las bodegas de sus casas y decidieron bañarse en la fuente del Hotel, terminando por zampar al distinguido Mr. Ray, el Administrador, en la fuente, todo vestido de elegante frac. Ya se podrán imaginar el insulto a la dignidad de dicho señor, y aunque no lo expresó verbalmente, la opinión que se formaría de nosotros ningún periódico se hubiera atrevido a publicarla.
El Hotel estaba amueblado con antigüedades de buen gusto, con bolera, bares y un lujoso salón de baile.
Antes de construir el puente, la península del Condado solamente tenía una entrada, que era la calle o callejón del Condado. Llegaba hasta la misma playa, antes de construirse la Avenida Wilson. Recuerdo que siendo yo muy pequeño, mi padre y mi tío Jorge Látimer tomaban parte en las carreras de cinta que empezaban donde está la Avenida Wilson ahora y terminaban en la carretera, hoy Avenida Ponce de León. En la esquina en donde ahora están el Banco Crédito y el Correo, estaba la tienda de Llompart (la más grande de Santurce en su época) y en los altos se sentaban en el balcón las novias, esposas o familares de los participantes para aplaudir a los victoriosos. Esa fue la única vez que vi una carrera de cintas, deporte español. Se extendía una cuerda de un lado a otro de la calle con bolillos de cintas de distintos colores, elaborados por las madrinas de los participantes. Estos partían desde la Calle Wilson a caballo y a toda carrera, con una lanza con gancho en punta, y la idea era ensaltar el bolillo de la cinta de su predilecta. Si alguno ensaltaba el bolillo que no le correspondía se consideraba algo así como un agravio, y en tiempos remotos el incidente podría terminar en un duelo.
El tiempo marcha y en su decurso el Condado sin Conde se convierte en un "petit" Miami... ¡Pero dónde estarán los hicacos!...