EL MUNDO - SAN JUAN, PUERTO RICO - DOMINGO, 25 ENERO DE 1981
A la interesante y documentada reseña del señor Guillermo Vizcarrondo sobre el “inolvidable trolley" de San Juan ---para bien de la historia de la capital (y de Puerto Rico)---, creo que es menester añadir otros datos que, quizás, inadvertidamente, el autor pasó por alto.
A la salida de San Juan, el “trolley”, terminada la trayectoria por el Paseo Covadonga, torcía hacia el sur y recorría toda la calle San Agustín, de Puerta de Tierra, hasta llegar a unas pequeñas ruinas de las fortificaciones españolas, para entrar de nuevo en la Avenida Ponce de León, al oeste de donde está ahora el Condominio Torre de la Reina, y frente a la estación inalámbrica naval.
En el desaparecido Parque Borinquen ---ahora, sede del Casino de Puerto Rico, varios condominios y un parquecito--- hacía otro desvío, en el cual el tranvía tenía que detenerse en espera de otro que venía de San Juan.
De allí, el tranvía seguía por la calle Magdalena y llegaba al cruce con la avenida Las Nereidas, hoy avenida Ashford, donde ahora está el Hotel La Concha. El trayecto por Las Nereidas era casi un desierto.
Detrás de donde están el Hotel y el Centro de Convenciones ---anteriormente Hotel Condado Vanderbilt y luego Condado Beach--- había una pequeña poza ---una concha--- donde solíamos bañarnos, a pesar de la fuerte resaca. De ahí el nombre del Hotel La Concha.
Antes de llegar a la bella mansión de madame Lucchetti, edificada en los años 20, a la izquierda estaba la casa original de los Behn, franceses algerianos residentes en Saint Thomas y fundadores de las compañías telefónicas de Cuba y Puerto Rico ---y luego de la ITT--- y también los urbanizadores del Condado y constructores del puente Dos Hermanos. Esa casa de los Behn, la Casa Mora, aunque deformada, todavía persiste, cerca del Club de los Elks.
En el lugar donde ahora está el Hotel Sheraton, estaba la mansión de la familia De Hostos, en un gran solar sombreado totalmente por palmeras.
Y a partir del parque Borinquen, el “trolley” recorría la calle Magdalena, en la cual, además de la casa del señor Barceló, estaban entre otras, las de los señores Coll y Cuchí; y Martín Travieso.
Pero además del círculo San Juan - Condado, el "trolley" iba hasta Río Piedras, la parada 40.
Significa esto que las paradas a lo largo de la calle Del Parque ---nombrada así por el Parque Borinquen--- y el Condado, que empezaban con la 41, más o menos donde está ahora un edificio detrás del First Federal, son posteriores a la ruta San Juan - Río Piedras.
El tranvía cruzaba el Caño Martín Peña y recorría una región apenas habitada y terminaba en lo que es hoy la calle González, de Santa Rita. La última estación estaba en el pasaje que une dicha calle con la actual avenida Ponce de León, donde ahora están las oficinas de la Autoridad de Energía Eléctrica.
Más adelante, detrás de otro callejón, detrás del local donde por tantos años estuvo la Farmacia Modelo, estaban los talleres. Todavía en 1946, las antiguas vías sobresalían sobre el asfaltado de las calles. Sin embargo, a pesar de tantos años viajando en “trolley", no recuerdo la parte redondeada, sitio de reunión de chicas adolescentes ¿Cuándo fue eso?
Todos los "trolleys" que conocí tenían mandos en ambos extremos, de manera que no había que voltearlos como los famosos tranvías de San Francisco, California.
El autor del artículo a que me refiero no menciona la parada 8, frente al Parque Muñoz Rivera. Parada importante, porque ahí estaba el destartalado "coliseo", para el juego de pelota y de otros tantos desafíos interescolares.
El autor menciona la "Curva de la Muerte". ¿Por qué dicho nombre? Entre el Puente del Agua ---hoy Esteves--- y el comienzo del parque Muñoz Rivera había una larga y cerrada curva, bordeada de vetustos almendros.
Las primeras guaguas, ---camiones convertidos en guaguas--- propiedad de infinidad de personas corrían a tal velocidad que de puro milagro no se volcaban. De ahí "La Curva de la Muerte".
En muchas calles, el tranvía rodaba al nivel de la calle pero a lo largo de la Ponce de León, desde Miramar hasta Martín Peña, la vía estaba un poco elevada.
Con la llegada de tantos automóviles hubo que ensancharla, y entre otros motivos, que no vienen al caso, el “trolley" sucumbió.
Los datos y estadísticas del señor Vizcarrondo son interesantísimos. Al parecer él conoció el tranvía mucho después que yo y de ahí las pocas discrepancias. En los relatos históricos siempre hay tantas lagunas que, como sea posible, deben esclarecerse.
El autor es un lector, residente en Isla Verde.